La terrorífica secuencia del magnicidio quedó grabada
en la retina de una generación entera, y en ella a una jovencísima Jacqueline
Kennedy pidiendo ayuda desesperadamente en el coche y ataviada con un clásico
traje de Channel color rosa intenso, con sombrero 'pill box' a juego y sus
habituales guantes blancos.
Al parecer, tras el
atentado, la entonces primera dama se negó en varias ocasiones a cambiarse el
traje de chaqueta manchado de sangre a pesar de los ruegos de su personal de
confianza. "Let's them see what they have done" ("Dejadles ver lo
que han hecho", esgrimió).
Con este traje,
también aparecería en el juramento de Lyndon Johnson como presidente, un acto
celebrado a bordo del mismo avión que trasladó el cadáver de Kennedy a
Washington.
El traje es un diseño en
'tweed' de la casa Chanel de 1961, originalmente diseñado en violeta, pero que
ella encargó en rosa a la tienda 'Chez Ninon' (Park Avenue), una manera de
esconder su predilección por la moda y la cultura francesa -vivió en París y
estudió en la Sorbona- y evitar posibles críticas a su falta de patriotismo
estilístico.
Formado por dos piezas, una
chaqueta con abotonado marinero y falda por debajo de la rodilla, este conjunto
simboliza a la perfección a una mujer convertida en ejemplo de moralidad e
icono de su época, que en el fondo se vio obligada a transmitir una imagen de
falsa perfección y a asumir estoicamente las desavenencias y los escarceos
extraconyugales de su marido con una interminable lista de mujeres.
Es paradigma también del 'estilo Jackie', cuyo aura ha servido de
inspiración a modistos y ha sido motivo de exposiciones, como la que le dedicó
el Museo Metropolitano de Nueva York hace una década, y que dibujaba a una
mujer con un estilo aparentemente ingenuo pero sofisticado, urdido por la que
muchos coinciden en calificar como astuta, inteligente y culta.
El sombrero y los guantes
del fatídico día, se perdieron, probablemente en el caos del momento, pero el
mítico vestido rosa fue legado al Archivo Nacional de Estados Unidos, en cuyas
instalaciones permanece oculto, y al parecer, todavía manchado con la sangre
del entonces presidente y que jamás se ha expuesto al público por su expreso
deseo.
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